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miércoles, 5 de febrero de 2014

Capítulo 18º Mi ángel guardián (Las palabras se las lleva el viento, y los hechos se quedan para toda la vida.)

Me colocó debajo de un gran árbol para que no me diera el Sol en la cabeza, y me mojo un poco la frente con un botellín de agua que tenía a mano (puesto que se aproxima verano y hace ya mucho calor.)
-¿Al-Alberto?-añadí con un hilito de voz mientras abría lentamente los ojos-.
-María –se giró sorprendido mientras metía su móvil en el bolsillo-, menos mal que estas bien, justo iba a llamar a una ambulancia- me dijo poniéndose de cuclillas frente a mí-.
-¿Y qué haces aquí?, ¿no tienes instituto?
-No, hoy es jornada de puertas abiertas –sonrió acariciándose el pelo, pero enseguida volvió a tomar las compostura-. Me llamó Lucía que vio lo que sucedía desde la ventana de clase, y como sabía que estaba por aquí…
-¿Cómo lo sabía? –Abrí los ojos y me acerque un poco más-.
-¡Eso que más da!, lo importante que estés bien-se incorporó y se limpió el pantalón-.
-La verdad, es que no entiendo porque la toman conmigo, y lo peor ahora es que todo el instituto está al tanto y me harán lo mismo… –agaché la cabeza- Tengo miedo Alberto.
-No te harán nada, tienes a Ángela y Lucía, no estás sola, a parte, que seguro que lo olvidaran al cabo del tiempo-se sentó a mi lado y me sujetó la barbilla con los dedos para poder encontrar mi mirada-. Si quieres mañana te vengo a buscar cuando salgas del instituto, puedo llevarte a casa, tengo moto, no sé si lo sabías –sonrió moviendo el piercing del labio con la lengua-.
-No, no lo sabía –conseguí finalmente sacar una sonrisa-, la verdad que me encantaría –y, seguidamente, me sonrojé bajando la mirada-.
Pasaron unos segundos en silencio, intercambiando miradas intensas, hasta que por fin, es él, el que consigue retomar la conversación.
-¿Quieres saber porque Lucía sabía que estaba aquí? –Se levantó y me tendió la mano-.
-Si por favor-le miré fijamente, sujetándole la mano con firmeza y conseguí incorporarme-.
-Sígueme –y sin decir nada más en todo el trayecto, tiró de mí, mientras yo intentaba ir a su paso, pero sin obtener resultado, puesto que iba bastante ligero y yo no tenía muchas fuerzas-.
Finalmente, en la zona donde está ubicado el parque de atracciones, pero lo suficientemente lejos para que no se oiga ningún ruido de aquel lugar, se encuentra una gran explanada verde, rodeada de árboles. En medio, había un mantelito blanco y a cuadros rojos, con: platos, cubiertos y vasos de plástico por encima.
-¿Y esto?-añadí por fin, y me acaricie el pelo con las dos manos tímidamente-.
-Esto es para ti, para mí, para los dos…-agachó la cabeza-.
-Eres un…
Pero antes de que diga palabra alguna:
-María, creo que terminamos de una forma muy pésima para lo que sentíamos el uno por el otro.
Yo a ti te quería y te quiero de verdad, no como Nico, mis sentimientos hacia ti son reales y no quiero hacerte daño, –se puso delante mía y me agarro de los brazos mirándome fijamente a los ojos- esto lo he hecho por ti, y puedo demostrártelo día a día, no solo con palabras bonitas, si no con hechos.
Quizás no sea el novio perfecto, y, quizás no sea lo suficientemente bueno para ti, pero te prometo que te haré sentir como lo que eres, una princesa.
¿Qué me dices? –Movió la cabeza hacia un lado y me miró de reojo con una fina sonrisa-.