En el centro me cuidaban bastante bien, pero yo quería salir puesto
que no me daba cuenta que lo hacían por mi bien.
Era horrible, en las comidas tenía enfermeros alrededor vigilando
constantemente lo que hacía yo y los demás pacientes.
Y si tenía ganas de ir al baño una enfermera me acompañaba y me
vigilaba que no hiciera nada... ¡Ah!, se me olvidaba, y todos los sábados, los
doctores me pesaban para ver mi evolución.
-No quiero más.
-Venga María que ya te queda poco, unos bocados más a la manzana y
te dejaré ir a tu habitación.
-¡No soy una cría vale! -me levante de la mesa dando un golpe- si
no me apetece, no me apetece-la mire desafiante-
-¡Si no te comes los dos bocados que te faltan, no te dejare salir
de aquí!
-¡Pues me pegaré aquí el tiempo que sea necesario, pero no quiero
comer! -me senté y me cruce de brazos-
Estuve ahí toda la tarde, pero al final me forzaron y acabe
cediendo.
Pasaban los días y cada vez estaba más harta de estar en este
sitio, aunque quedaba poco para que saliera ya.
Pero cometí una locura.
-María por favor tira ese cuchillo-lloraba mi madre que me había
ido a visitar-
-¡Me voy a rajar entera! -tenía rabia y dolor acumulado-
-Por favor María, ya te queda poco para salir, no cometas una
locura-añadía una enfermera-
-¿¡Y que consigo con salir eh!? ¿Qué me vuelvan a humillar en el
instituto?, ¿qué engorde?-tenía los ojos rojos, no era consciente de lo que hacía-
¿¡Qué consigo saliendo de aquí!?
Me corte un poco desde el principio de la muñeca a unos dos
centímetros arriba cuando una doctora no se lo pensó dos veces y se lanzó de
costado mío, consiguiendo que el cuchillo se escapase de mis manos.
Me inmovilizaron y me inyectaron un tranquilizante
Después varias horas, desperté en el hospital Miguel Servet semiconsciente.
Al girarme hacia la derecha, me topé con una persona que no me esperaba que
estuviera visitándome, Laura.
-Ya te levantaste por fin, eh -sonrió- ¡menuda siestecita te has
pegado maña!
-¡Laura!, ¿qué haces aquí?
Quería saltar de alegría y abrazarla pero no tenía la fuerza
necesaria
-Ya ves, no soy rencorosa
-Bueno eso es discutible, que te pegaste medio curso sin
hablarme...
-Lo importante que te haya perdonado -me saco la lengua-
-Si -sonreí- y no veas lo contenta que estoy, pero no tengo
fuerzas.
-Sonrió- no pasa nada
-Por cierto, ¿cómo sabías que estaba aquí?
- Al ver que faltabas mucho al instituto, pedí el número de tu
casa en secretaria, y costo lo suyo,
pero le explique a las encargadas las razones y me lo dieron. Al llamar se puso
tu hermano y me paso a tu padre, él me dijo que estabas en el hospital, y por
qué llegaste ahí.
-Ah... v-a-l-e...-le respondí con un hilo de voz mientras poco a
poco cerraba los ojos-
Me quedé dormida, no sabía la razón, estaba muy cansada supongo,
pero recuerdo el sueño, si, aun lo recuerdo.
Estaba en la playa con Alberto, era mi novio, y éramos muy
felices. Él me perseguía por la arena y caíamos revolcándonos en ella. Luego me
cogía y me metía al agua con él, estando dentro me comenzaba a besar, en ese
momento me desperté.
Pasaron dos días (sábado).
-Bueno ya puedes irte a casa jovencita, ya no vuelves al centro ni
nada, creemos que ya estas curada, eso si tus padres te vigilaran un poco.
-Salté de la alegría-¡Me voy a casa!
Conecte el móvil, tenía 5 mensajes, 4 eran de Laura (dándome
ánimos, diciéndome que cuando salga quedaremos, etc.) y uno de Alberto, en el SMS
ponía:
¡María te quiero! No paro de pensar en ti, no quiero perderte, ¿podemos
quedar algún día de estos?♥
No hay comentarios:
Publicar un comentario