No sabía qué hacer, si responder o no. Si lo hacía parecería muy
desesperada y si no, pues todo lo contrario e igual le podría perder para
siempre... Así que quise esperar hasta llegar a casa y reflexionar en el
coche...
(En el coche).
-¡María queremos darte una gran noticia! -decía mi madre con una
amplia sonrisa-
-¿El qué? -me puse nerviosa-.
-Díselo tú, Antonio.
-Mi padre me miro a través del retrovisor interior- Te cambiamos
de instituto ahora vas al colegio “Sagrada familia”, está ubicado al lado del
parque de atracciones.
-¡¡¡Si!!! -pegue un gritito mientras saltaba del asiento-.
Por fin me iba a librar de Raquel y Leticia, ya no las vería nunca
más y no me podrían hacer nada. El problema es que dejare a Laura sola...
El resto de camino estuve pensando en Alberto, en qué hacer,
porque cuando quedo conmigo me dijo que quería conocer gente que sufría bulling
y a saber con cuantas chicas más habrá quedado...
Pero luego me paré a pensar en su sonrisa, su piercing, su labio,
su pelo, sus ojos, y sobre todo, en la manera en que hizo que me sintiera
completa y buff...
-¡NO QUIERO PERDERLE! -dije en voz alta, sin querer lo que estaba
pensando se transformó en palabras, y lo peor es que me oyeron-.
-¿A quién no quieres perder?-mi hermano se pegó a dos centímetros
de mi cara y me sonrió de una manera muy siniestra-.
-A, a nadie-me sonroje y agache la cabeza-.
La había cagado, ahora no pararían de interrogarme...
-¡Aiss, que mi hija se ha enamorado!-exclamo mi padre-.
Empezaron a preguntarme y yo a confesar. Que como se llamaba, si
era estudioso, donde vivía, como lo conocí, etc.
Nada más llegar a casa me encerré en mi cuarto y le mandé un
mensaje a él, en dicho mensaje ponía:
Quedamos mañana, donde siempre (el parque grande) a las 17:30.
Un beso.
Después de cenar, mis padres mi hermano y yo nos fuimos al salón a
ver una película, se llama: “El diario de Noah”.
¡Me encantó!, y no sé porque recordaba a Alberto, estaba deseando
que llegara mañana para verle y tenerle cerca de mí.
(Al día siguiente)
Aunque estaba arreglada una hora antes de salir, me probé muchas
cosas de mi armario hasta dar con lo que creía que estaba mejor y mas comoda.
(Una camiseta a cuadros azules y blancos, unos vaqueros y unas
converse blancas).
Me veía elegante pero a la vez juvenil.
A las 17:30 estaba en la entrada del parque, cuando de repente, me
aparece alguien por la espalda y me abraza de la cintura dándome un beso en la
mejilla derecha.
Su perfume y sus labios me atontaron y al girarme y ver sus ojitos
color miel me hipnotizaron llevándome a otro mundo.
-Te eche tanto de menos -me volvió a abrazar, dándome besos una y
otra vez en la mejilla-.
-Me ruborice- Yo también te eche de menos-sonreí-
-¡Qué mona!
Anduvimos sin rumbo por el parque.
-¿Porque me dejaste de hablar?
-Pensaba que no te interesaba como amiga, y que solo era un
experimento para ver lo que sentían los que sufrían bulling
-¡Que chorradas dices!- comenzó a reír y se puso delante mía- si
eres la única chica que...-agacho la cabeza-.
-¿Que, qué?- le mire de reojo-
-He querido de verdad-me cogió de la cintura y se acercó muy
lentamente sin llegar a besarme para asegurarse de que no me apartaba-
-Cerré muy poco los ojos y me acerque otro poco-
-Él, sonrió y sus labios se juntaron con los míos, comenzó a
besarme dulcemente-
Tuve una sensación preciosa, era mi primer beso y sentía como si
algo dentro de mí se moviera. Era feliz.
Por fin podría sonreírle a la vida.