Me
colocó debajo de un gran árbol para que no me diera el Sol en la cabeza, y me
mojo un poco la frente con un botellín de agua que tenía a mano (puesto que se
aproxima verano y hace ya mucho calor.)
-¿Al-Alberto?-añadí
con un hilito de voz mientras abría lentamente los ojos-.
-María –se
giró sorprendido mientras metía su móvil en el bolsillo-, menos mal que estas
bien, justo iba a llamar a una ambulancia- me dijo poniéndose de cuclillas
frente a mí-.
-¿Y qué
haces aquí?, ¿no tienes instituto?
-No,
hoy es jornada de puertas abiertas –sonrió acariciándose el pelo, pero
enseguida volvió a tomar las compostura-. Me llamó Lucía que vio lo que sucedía
desde la ventana de clase, y como sabía que estaba por aquí…
-¿Cómo
lo sabía? –Abrí los ojos y me acerque un poco más-.
-¡Eso
que más da!, lo importante que estés bien-se incorporó y se limpió el pantalón-.
-La
verdad, es que no entiendo porque la toman conmigo, y lo peor ahora es que todo el instituto está al tanto y me harán lo mismo… –agaché la cabeza- Tengo
miedo Alberto.
-No te harán
nada, tienes a Ángela y Lucía, no estás sola, a parte, que seguro que lo
olvidaran al cabo del tiempo-se sentó a mi lado y me sujetó la barbilla con los
dedos para poder encontrar mi mirada-. Si quieres mañana te vengo a buscar
cuando salgas del instituto, puedo llevarte a casa, tengo moto, no sé si lo
sabías –sonrió moviendo el piercing del labio con la lengua-.
-No, no lo sabía –conseguí
finalmente sacar una sonrisa-, la verdad que me encantaría –y, seguidamente, me
sonrojé bajando la mirada-.
Pasaron
unos segundos en silencio, intercambiando miradas intensas, hasta que por fin, es
él, el que consigue retomar la conversación.
-¿Quieres
saber porque Lucía sabía que estaba aquí? –Se levantó y me tendió la mano-.
-Si por
favor-le miré fijamente, sujetándole la mano con firmeza y conseguí incorporarme-.
-Sígueme
–y sin decir nada más en todo el trayecto, tiró de mí, mientras yo intentaba ir
a su paso, pero sin obtener resultado, puesto que iba bastante ligero y yo no
tenía muchas fuerzas-.
Finalmente,
en la zona donde está ubicado el parque de atracciones, pero lo suficientemente
lejos para que no se oiga ningún ruido de aquel lugar, se encuentra una gran explanada
verde, rodeada de árboles. En medio, había un mantelito blanco y a cuadros
rojos, con: platos, cubiertos y vasos de plástico por encima.
-¿Y
esto?-añadí por fin, y me acaricie el pelo con las dos manos tímidamente-.
-Esto
es para ti, para mí, para los dos…-agachó la cabeza-.
-Eres
un…
Pero antes
de que diga palabra alguna:
-María,
creo que terminamos de una forma muy pésima para lo que sentíamos el uno por el
otro.
Yo a ti
te quería y te quiero de verdad, no como Nico, mis sentimientos hacia ti son
reales y no quiero hacerte daño, –se puso delante mía y me agarro de los brazos
mirándome fijamente a los ojos- esto lo he hecho por ti, y puedo demostrártelo día
a día, no solo con palabras bonitas, si no con hechos.
Quizás
no sea el novio perfecto, y, quizás no sea lo suficientemente bueno para ti,
pero te prometo que te haré sentir como lo que eres, una princesa.
¿Qué me
dices? –Movió la cabeza hacia un lado y me miró de reojo con una fina sonrisa-.